El Precio del Silencio - Relato Erótico de Infidelidad y Chantaje

El Precio del Silencio – Relato Erótico de Infidelidad y Chantaje

febrero 22, 2025 Por charliebrawnzz@gmail.com

El sonido de un mensaje entrante rompió el silencio en la habitación. Javier, recostado sobre la cama con su teléfono en la mano, frunció el ceño al ver el remitente: Número desconocido .

“Sé lo que hiciste anoche. Sé con quién estabas.”

Su corazón se detuvo por un segundo.

Apretó el teléfono con fuerza mientras sentía que el aire se volvía pesado a su alrededor. Llevaba meses jugando con fuego, sintiéndose invencible en su doble vida. Un esposo ejemplar en casa, un amante apasionado en la sombra. Todo estaba perfectamente calculado. O eso pensaba.

Un nuevo mensaje apareció en la pantalla.

“Tengo fotos. Si no quieres que tu esposa las vea, hagamos un trato.”

El sudor frío recorrió su espalda. Miró hacia la puerta entreabierta del baño, donde el sonido del agua corriendo indicaba que Mariana, su esposa, aún no había salido de la ducha. Apretó los labios y tragó saliva, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.

¿Quién lo sabía? ¿Cómo lo habían descubierto?

El teléfono vibró de nuevo. Esta vez, adjunte una imagen.

Cuando la abrió, sintió el vértigo recorrerlo.

Era él, sin duda. En la penumbra de una habitación de hotel, con los labios pegados al cuello de Lucía, su amante. Su mano en su cintura, su cuerpo inclinado sobre ella, capturado en un instante de deseo prohibido.

Un escalofrío lo recorrió cuando escuchó la voz de Mariana detrás de él.

—¿Todo bien, amor?

Javier se apresuró a bloquear la pantalla y forzó una sonrisa antes de girarse.

—Sí, claro. Solo un mensaje del trabajo.

Mariana se seca el cabello con una toalla, mirándolo con sus ojos oscuros llenos de confianza. La culpa lo golpeó con fuerza.

—¿Te quedas un rato más despierto? —preguntó ella, sujetándose a la cama y dándole un beso en la mejilla.

—Sí, solo voy a revisar unos correos.

Ella ascendió, acurrucándose en su lado de la cama. En minutos, su respiración se volvió pausada, dormida y ajena a la tormenta que se estalló en su mente.

Javier desbloqueó el teléfono y escribió un mensaje con manos temblorosas.

¿Qué quieres?

La respuesta llegó en segundos.

“Nos vemos mañana. Hotel Mismo. Misma habitación.”

Su boca se secó. La pregunta no era qué quería su chantajista.

Era quien .