Contrato de Sumisión 🔥

Contrato de Sumisión 🔥

febrero 22, 2025 Por charliebrawnzz@gmail.com

Marina nunca había sido de las que firmaban documentos sin leerlos. Siempre revisaba cada cláusula, cada condición, cada palabra. Pero esa noche, con el bolígrafo entre sus dedos temblorosos y la mirada de su jefe clavada en ella, lo hizo.

La firma quedó estampada en la última hoja del contrato. Un acuerdo que no comprendía del todo, pero que, en el fondo, sabía que cambiaría su vida.

Daniel Sterling, el hombre al otro lado del escritorio, recogió la hoja con calma, repasando su contenido con una expresión de satisfacción. Su traje impecable y la forma en que mantenía el control absoluto del momento hicieron que Marina sintiera un escalofrío de anticipación.

—Bien, Marina —dijo él, su voz grave y pausada—. A partir de ahora, eres mía.

Su pulso se aceleró.

—¿Y… qué significa eso exactamente? —preguntó ella, con un hilo de voz.

Daniel sonrió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—Significa que ya no decides. Yo lo hago por ti.

Se levantó lentamente, rodeando el escritorio con pasos seguros. Marina sintió su cuerpo tensarse cuando él se inclinó ligeramente sobre ella, su aliento rozando su oído.

—Significa que tu placer, tu obediencia, y cada uno de tus límites ahora me pertenecen.

Marina sintió que sus piernas se debilitaban. Su mente le decía que retrocediera, que protestara… pero su cuerpo respondía de una manera completamente diferente.

Daniel deslizó los dedos por su muñeca antes de sujetarla con firmeza.

—Tienes dos opciones —susurró—. Puedes arrepentirte y romper el contrato ahora mismo…

Su otra mano se deslizó por su cintura, atrapándola con una delicada firmeza que la dejó sin aire.

—O puedes aceptar lo que realmente deseas.

Marina tragó saliva. Nunca se había considerado una mujer sumisa. Había pasado su vida entera luchando por su independencia, demostrando que podía con todo.

Pero ahí, frente a Daniel Sterling, con su mirada devorándola como si ya le perteneciera…

La idea de rendirse nunca había sido tan tentadora.

Sus labios se entreabrieron, y cuando él vio la chispa de rendición en su mirada, supo su respuesta antes de que ella la pronunciara.

Esa noche, Marina aprendió que el contrato que acababa de firmar era mucho más que un simple papel.

Era el comienzo de su entrega.