Bajo las Luces de la Ciudad 🔥
febrero 23, 2025Javier se ajustó el cuello de la camisa mientras se miraba en el espejo del baño.
No debería estar allí.
No en ese club, no con su mejor amigo, y mucho menos con las ideas que se le cruzaban por la cabeza desde que cruzó la puerta.
Pero, por primera vez en años, no quería huir de sus pensamientos.
Una Invitación Inesperada
—Necesitas salir, Javier —le había dicho Andrés esa misma tarde—. Has estado atrapado en esa rutina por demasiado tiempo.
—Estoy casado —respondió Javier, casi por inercia.
Andrés rodó los ojos y se cruzó de brazos.
—No te estoy invitando a engañar a tu esposa. Te estoy invitando a recordar quién eres.
Javier rió, pero la frase quedó flotando en su cabeza.
Y así fue como, unas horas después, se encontró de pie frente a la entrada de un exclusivo club nocturno en el centro de la ciudad, sintiendo que estaba a punto de cruzar un umbral del que no habría vuelta atrás.
Las Luces del Pecado
El club era diferente a cualquier otro que hubiera visitado antes.
Las luces de neón teñían el ambiente con un resplandor azul y púrpura. Cuerpos se movían al ritmo de la música, algunos con descaro, otros con una sensualidad sutil, pero igual de embriagadora.
Javier se dirigió al bar, intentando no parecer fuera de lugar.
—Un whisky —pidió, su voz apenas audible sobre el bajo de la música.
Cuando recibió su trago, sintió una presencia a su lado.
—No pareces del tipo que viene aquí a menudo.
Javier giró la cabeza.
El hombre que le hablaba tenía una sonrisa fácil y una seguridad que lo desarmó. Ojos oscuros, barba bien cuidada y una camisa abierta lo suficiente como para dejar entrever una piel dorada bajo las luces del club.
—¿Es tan obvio? —preguntó Javier, tomando un sorbo de su whisky.
—Para alguien como yo, sí.
El desconocido se inclinó un poco más, su perfume amaderado invadiendo los sentidos de Javier.
—Me llamo Matías —dijo, ofreciéndole la mano.
Javier la estrechó, sintiendo la firmeza del agarre.
Y por primera vez en mucho tiempo, no se apartó.
Un Baile que lo Cambió Todo
—Ven —susurró Matías—. Baila conmigo.
Javier dudó.
No era el tipo de hombre que se dejaba arrastrar por desconocidos.
No era el tipo de hombre que bailaba con otros hombres.
Pero esa noche… decidió serlo.
Matías lo tomó de la muñeca y lo llevó al centro de la pista. La música vibraba a su alrededor, el ritmo era lento, sensual, y cuando las manos de Matías se apoyaron en su cintura, Javier no protestó.
Solo cerró los ojos y se dejó llevar.
El Deseo Prohibido
La cercanía de Matías era intoxicante.
Sus labios estaban peligrosamente cerca de su oído cuando le susurró:
—Te deseo.
Javier sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Nunca había estado con un hombre. Nunca había pensado que lo haría.
Pero cuando Matías se inclinó y rozó sus labios con los suyos, la resistencia se hizo añicos.
El beso fue lento, cargado de una tensión contenida por demasiado tiempo. Las manos de Matías se deslizaron por su espalda, atrayéndolo más cerca, y Javier sintió que su cuerpo respondía con una urgencia desconocida.
Ese beso, esa noche, esa ciudad… todo lo estaba despertando.
La Mañana Después
Javier se despertó con la luz del amanecer filtrándose por las cortinas de un hotel.
A su lado, Matías dormía plácidamente, su piel dorada apenas cubierta por la sábana.
Javier pasó una mano por su propio rostro, recordando cada instante de la noche anterior.
No había culpa.
No había arrepentimiento.
Solo el eco de una verdad que siempre había estado ahí, esperando ser descubierta.
Y ahora, bajo las luces de la ciudad, Javier ya no tenía miedo de enfrentarla.