Las Reglas de la Obediencia 🔥

Clara siempre había sido una mujer de carácter fuerte. Independiente, segura de sí misma, acostumbrada a tomar decisiones. Pero cuando conoció a Daniel, algo en su interior cambió.

No fue inmediato. Al principio, su presencia la desconcertaba. No era su físico lo que la desarmaba, sino su mirada, su voz. La forma en que pronunciaba su nombre, como si tuviera derecho a hacerlo.

Y, de algún modo, lo tenía.

—Las reglas son simples —dijo él, sentado en su sillón de cuero, con una copa de vino en la mano—. Si decides entrar en este mundo, no hay medias tintas.

Clara, de pie frente a él, sintió su pulso acelerarse. La tenue luz de la habitación proyectaba sombras largas sobre la alfombra de terciopelo.

—¿Y qué pasa si las rompo? —preguntó ella, con un tono desafiante.

Daniel sonrió, dejando su copa sobre la mesa de cristal. Se levantó con la calma de quien sabe que tiene el control.

—Entonces tendrás que pagar el precio.

Clara tragó saliva cuando él se acercó. Su corazón latía con violencia. Podía dar media vuelta e irse. Decir que aquello no era para ella.

Pero cuando Daniel deslizó un dedo por su mentón, obligándola a mirarlo a los ojos, supo que ya no había vuelta atrás.

—De rodillas —ordenó.

Y ella obedeció.